Category: 9 Principios

Principio 1 Llegar a comprender contra lo que estamos luchando

Estos comportamientos son comportamientos muy adictivos. Citaremos al Rav Abraham J. Twerski en una charla que dio recientemente:
No tienen idea de la cantidad de personas que han caído víctimas de la pornografía en internet. Nunca hubiéramos pensado que este tipo de personas pudiera caer en tan bajo nivel.
Es de esperar que las personas que tienen Temor del Cielo no irán detrás de ese tipo de basura y ese tipo de indecencia. Sin embargo, es perfectamente posible que mientras bobeas en el internet, puede ocurrir que aprietes una tecla y se te abra una pantalla con una escena pornográfica. Tú no la estabas buscando, pero te pasó. Tienes exactamente tres milésimas de segundo para cerrar la ventana. Y si permaneces por cuatro milésimas de segundo, ya te hiciste adicto. Así de grave es. Es una de las adicciones más poderosas. Día tras día, recibo cartas y llamadas de personas que dicen: “¿Qué puedo hacer para salvarme?”
Si encontramos que continuamos cayendo en comportamientos inadecuados que van en contra de nuestra conciencia y nuestro sano juicio, y ya hemos tratado infinidad de veces de evitar dicho comportamiento en el pasado pero al final volvemos a caer, entonces muy probablemente estemos frente a una adicción. Como dijo el Rav Abraham J. Twersky: La diferencia fundamental entre el hombre y el animal no es que el hombre es más inteligente, sino que los animales son criaturas que no tienen elección sobre su comportamiento y deben responder a las demandas de su cuerpo. No pueden elegir lo que deben hacer. En cambio, el hombre tiene el poder del autocontrol, de elegir su forma de comportamiento, aun ignorando sus necesidades físicas. Si la persona pierde su capacidad para elegir y pasa a ser dominada por sus deseos, a los que no puede controlar, entonces dicha persona se convierte en una adicta.
Intentamos hacer teshuvá (arrepentirnos) muchas veces en el pasado, pero el modelo estándar de teshuvá (azevat hajet – abandonar el pecado, jaratá – arrepentimiento y kabalá al habá – determinación de ahora en adelante) ya no siempre funciona. La adicción es un tipo de enfermedad, y nuestros Sabios entendieron la naturaleza de la adicción tal como la describe la Guemará (Avodá Zará 17a) en relación con la historia de Ben Durdayá, quien estuvo con todas las prostitutas del mundo: “Keván dehava adik be’averá tuva, keminut dame – Por cuanto estuvo habituado a los pecados sobremanera, eso se compara con la herejía”. El Rav Twersky señala que la palabra “adik” es muy similar a la palabra “adicto”. También, Rav Así decía: “El Yetzer Hará al principio es comparado con un hilo de una telaraña, y al final termina siendo una soga utilizada para amarrar el ganado”. Nuestros Sabios reconocen que una vez que una persona comete varias veces un mismo pecado, “este se convierte en algo permitido para la persona”. Mucho más aún, en este aspecto, nuestros Sabios dicen: “Cuanto más se lo alimenta, más hambriento se vuelve”. Por lo tanto, las técnicas de teshuvá estándar ya no resultan suficientes en nuestro caso. Una vez que estos comportamientos alcanzan niveles de adicción, la fuerza de voluntad no es suficiente para tratar estas conductas, y ya no se trata de un tema de “Yetzer Hará”. La adicción es una enfermedad espiritual y psicológica. Es importante entender que no estamos simplemente lidiando con un Yetzer Hará “más fuerte que de costumbre”, y nosotros no somos personas de voluntad débil que no nos podemos controlar. El Séfer Hajinuj sobre la mitzvá (precepto) 387: “No vayas detrás de tu corazón ni detrás de tus ojos” compara la adicción al alcohol con la adicción a la lujuria, diciendo que cuando más se la alimenta, más se quiere y más difícil es liberarse. La naturaleza de la adicción se compara con alguien que está parado sobre las vías del tren mientras ve cómo el tren avanza sobre él, y sin embargo, no puede moverse de allí. Y, tal como escribió el Rav Twersky en su libro “Pensamiento Adictivo”: “Ponemos las manos en el horno, nos quemamos, y sin embargo, nos sentimos forzados a hacerlo de vuelta”.
¿Cómo es que estos comportamientos nos llevan a la adicción? Es simplemente neurociencia. Así como ocurre con cualquier otro placer, el placer sensorial es estimulado por el cerebro. Ya sea cocaína, alcohol o el placer que uno puede tener viendo escenas inadecuadas en una película, los niveles de serotonina se disparan y las vías del placer dopaminérgico se activan en el patrón de “adicción” estándar. De hecho, en un estudio realizado se demostró que estas conductas son MUCHO MÁS adictivas que la mayoría de las drogas. No es de extrañar que esto así sea. Es una estimulación de placer muy fuerte, mucho más directa que una droga potente. Y cuando la persona se expone repetidas veces a ciertos tipos de estimulación, entonces tiende a buscar estimulaciones mucho más intensas y perversas, que lo conducen a ese ciclo

autodestructivo vicioso, típico de las adicciones. Lo que ayer era suficiente para alcanzar “un estado alegre”, hoy ya no es suficiente para lograr el mismo efecto.
La adicción no aparece de la noche a la mañana, sino que la vamos desarrollando lentamente con el tiempo, a través de nuestra costumbre de llevar pensamientos prohibidos a nuestra mente, ya sea viendo material inapropiado o mediante la masturbación y las fantasías. Y lo hicimos miles de veces. Y cada vez que lo hicimos, sí, cada vez, estimulamos las vías neuronales en nuestro cerebro que se fortalecen más y más. Y hoy en día estas vías están profundamente arraigadas en nuestras mentes.
Hay también muchos niveles respecto de esta adicción. Cuantas menos veces vayamos detrás de estos deseos sexuales incontrolables, menos definidas estarán estas vías neuronales en nuestro cerebro y por lo tanto, la adicción se encontrará en un nivel no tan avanzado. Esto es vital para comprender este tema y debe servirnos como un fuerte incentivo para que hagamos todo lo que esté en nuestras manos para detener estas conductas AHORA. Cada vez que vayamos detrás de la lujuria, estamos empeorando la adicción, y será mucho más difícil tratarla.
Los síntomas de esta adicción tienen dos aspectos. En primer lugar, acostumbramos a nuestra mente a desear la descarga química que nos da este apetito sexual descontrolado, de la misma manera que el alcohólico desea el alcohol. Hemos aprendido a utilizar esta lujuria como una droga para propósitos de auto-relajación. Ansiamos “perdernos” en ella para “curar” nuestros sentimientos de incapacidad, culpa y depresión, o simplemente, para escapar de las realidades de la vida. El segundo síntoma de la adicción es que la estimulación dispara una excitación sexual mucho más fuerte para los adictos en comparación con el promedio de la gente. Nos volvemos hipersensibles a la estimulación hasta el punto de que nos sentimos impotentes cuando nos enfrentamos cara a cara con la lujuria. Esta es en realidad una condición médica/psicológica que puede ser probada a través de medios científicos. En la mente de alguien que padece esta condición, las vías de placer dopaminérgico en el cerebro se disparan mucho más rápido y mucho más intensamente que en las personas normales.
Es importante entender que como adicción, esto no es simplemente algo que podemos eliminar si alguien nos disuade de hacerlo. Un terapeuta puede ayudarnos a descubrir en primer lugar por qué nos hemos vuelto adictos, pero eso sólo no es suficiente. Ahora que tenemos estas vías neuronales arraigadas en nuestra mente, todo el entendimiento del mundo no cambiará el hecho de que tenemos este problema, de la misma forma que, cuando tenemos una pierna rota, el hecho mismo de comprenderlo no la curará. Es importante también entender que una vez que la adicción alcanzó niveles avanzados, es probable que permanezca allí para toda la vida, como dice el refrán: “Una vez adicto, siempre adicto”. Es decir, una vez que entrenamos a nuestra mente a utilizar el deseo sexual como una droga, debemos aprender a mantenernos bien alejados de ella. Y no interesa lo que pensemos que hayamos avanzado en esta lucha, con sólo una vez que nos permitamos “beber” ese primer trago, nos vamos a sentir indefensos otra vez. En la literatura de los 12 pasos, la adicción es comparada con una alergia. Si una persona tiene una reacción alérgica a los cacahuates, por ejemplo, no podrá acercarse a ellos sin tener una reacción alérgica. Y aunque no haya probado los cacahuates durante veinte años, en el momento que vuelva a comerlos, ¡la reacción alérgica volverá con todas sus fuerzas! Como está escrito en uno de los folletos que contiene los 12 pasos:
El deseo sexual para nosotros es como un paseo en la montaña rusa. Una vez que empiezas, es casi imposible de parar. Por eso ese apetito sexual incontrolable debe detenerse ni bien comienza, con el “primer trago”. Por lo tanto, para salir de la influencia de la lujuria es necesario que en primer lugar evitemos subirnos a bordo.
Nuestra adicción a la lujuria es como el problema del alcohólico con el alcohol. Así como el alcohólico no puede tolerar un solo trago de alcohol, así tampoco nosotros podemos tolerar un solo “trago” de lujuria. La lujuria lleva a más lujuria, hasta que nos emborrachamos con ella. Una vez borrachos, nos resulta casi imposible resistirnos a esas ganas de satisfacer ese apetito sexual incontrolable. Para nosotros, ya no funciona el hecho de tener solo un poco de lujuria.
Pero tan espantoso como esto pueda parecer, no es en realidad tan terrible. Una persona que tiene una deficiencia crónica de hierro puede llevar una vida perfectamente normal, siempre y cuando tome su pastilla diaria de hierro. Una persona que sufre de diabetes también puede llevar una vida normal, siempre y cuando reciba su cantidad necesaria de insulina. Lo mismo ocurre con nosotros; podemos sufrir de un tipo de enfermedad, pero hay muchas técnicas que pueden utilizarse como nuestro “remedio” diario, para mantener la adicción controlada.
En lugar del modelo de teshuvá (arrepentimiento) estándar, necesitamos comenzar a cambiar toda nuestra actitud. Aprendemos las herramientas y técnicas de cómo evitar la lujuria en lugar de tratar de luchar contra ella frente a frente. Y aprendemos a entregar nuestra voluntad a Hashem y a vivir con Su ayuda, en lugar de tratar de utilizar nuestras propias fuerzas para luchar contra algo que es más fuerte que nosotros.

Principio 2 El aceptar que necesitamos ayuda

La primera clave para la recuperación es la “aceptación”. Necesitamos aceptar que tenemos un problema y que necesitamos ayuda. De lo contrario, vamos a leer el sitio de la web de Cuida Tus Ojos y vamos a leer el Manual, y vamos a decir: “No se están refiriendo a mí”.
Un miembro de nuestro foro le escribió a un nuevo integrante:
Mucha gente considera que soy un talmid jajam (un erudito en Torá). He tratado con todos los consejos que encontré en los libros de ética, sifré yirá y divré jizuk. Traté de castigarme, de disciplinarme, y casi me volví loco al ver cuán bajo había caído. Y el único consuelo que encontré fue sentarme frente a la computadora y continuar alimentando mi adicción. Escucha, amigo mío, has llegado al lugar correcto, y aquí recibirás ayuda. Y te costará muchísimo menos que una consulta con un profesional, y también tendrás la suerte de salvar tu buen nombre. ¡Pero sólo te salvarás si primero admites que eres un adicto! Yo sé que duele. A mí me dolió y me duele hasta hoy en día. Sí, soy un adicto. Sí, yo, el padre, esposo, talmid jajam y el askán (activista público) del barrio, soy un adicto. Me duele escribirte estas palabras. Pero debemos admitirlo para poder recibir ayuda. ¡Si

quieres seguir paseando en la montaña rusa de teshuvá (arrepentimiento)/nefilá (caídas), ¡entonces siéntete libre de hacerlo! Pero lo único que lograrás es crear más vías neuronales de comportamiento adictivo, que serán muy difíciles de revertir.
Algunas personas quieren “admitir” que tienen una adicción, pero aceptar lo que ello realmente significa, y actuar como si estuvieran enfermos y necesitaran ayuda es otro tema.
Citaremos el Gran Libro de Alcohólicos Anónimos:
“La aceptación es la llave. La adicción es una enfermedad y la sobriedad no es una cuestión de fuerza de voluntad. Cuando dejamos de vivir en el problema, y en cambio, vivimos en la solución, el problema desaparece por sí mismo”.
Aceptar verdaderamente que tenemos un problema parecería un paso muy difícil de dar, pero es en realidad la liberación para finalmente enfrentar la realidad sobre nosotros mismos y saber contra lo que estamos luchando.
Hay una idea falsa muy común entre los jóvenes solteros de que el matrimonio resuelve los problemas. Como Rabí Twerski le dice siempre a la gente, el matrimonio no resuelve el problema de la adicción al deseo sexual; lo único que hace es empeorarlo. No sólo eso, sino que una vez que alguien se casa y no ha tratado la adicción, puede llegar a destruir finalmente la vida de muchas personas en vez de sólo una vida. Cuando Jazal dicen que nuestras esposas pueden salvarnos del pecado, no se refieren a los pecados que llevamos con nosotros al matrimonio, pecados que ya vienen arraigados a nuestra mente desde antes. El problema que tenemos no es sólo un deseo que necesita ser satisfecho, sino que surge de lo que se ha desarrollado (a través de nuestra adicción) en una actitud torcida hacia el acto de la procreación. Cuando Jazal dicen que nuestras esposas nos salvarán del pecado, se refieren a personas normales que también tienen ataques de apetito sexual descontrolado una vez cada tanto. Para esas personas, el tener una esposa, puede salvarlo del pecado en tales circunstancias. Pero para los adictos que han aprendido a utilizar la lujuria para llenar un vacío interno profundo y como una solución a todas las dificultades de la vida, sus esposas no les serán suficientes.
La Guemará en Sanhedrín (75a) cuenta la historia de un hombre que estaba enamorado de una mujer de una forma tan enfermiza que se enfermó física y mentalmente. La Guemará pregunta por qué no se casó con ella y contesta que no lo hubiera curado una vez que le fuera permitida, como dice el versículo (Proverbios 9:17): “Máyim guenuvim yimtaku veléjem setarim yin’am – El agua robada es más dulce y el pan escondido es más sabroso.” Esto nos muestra claramente cómo el matrimonio no es una solución para la adicción al deseo sexual, que es similar a la enfermedad mental y física experimentada por este hombre. Incluso si nos casamos con la persona más atractiva de nuestros sueños, la locura del deseo sexual nos obligará a continuar buscando más y más “agua robada” para llenar el vaso sin fondo de nuestros deseos adictivos.
Una vez que reconocemos que estamos tratando con una adicción sexual, que incluso el matrimonio no puede resolver, estamos listos entonces para aceptar nuestro problema y comenzar a vivir en la solución, explorando los métodos efectivos. En casos de adicción avanzada, casi nunca funciona el hecho de tratar de luchar más “duramente” contra el Yetzer Hará, o tratar de estudiar más musar (ética) o incluso tomar cada vez más resoluciones. Con adicciones avanzadas, hay métodos que no funcionan, y hay métodos comprobados que sí funcionan. Los pasos que funcionan están detallados en la Parte 1 de este manual. Allí podemos aprender que es posible liberarse, independientemente de lo avanzada que esté la adicción.

Principio 3 El creer que uno puede recibir ayuda

Algunas personas piensan que si son solteras y no tienen ninguna “descarga”, es imposible que permanezcan limpias en forma indefinida. Esto es claramente falso. Hemos ayudado a muchos bajurim (jóvenes solteros) a alcanzar una abstinencia completa y tenemos muchos testimonios de bajurim que eran adictos y se liberaron utilizando las herramientas, las conductas y la determinación correctas. En cierta forma, es incluso más fácil para los bajurim abstenerse totalmente del deseo sexual, ya que no tienen que exponerse a él en lo absoluto. Y como dicen Jazal: “Hay un pequeño miembro en el hombre, que cuando se lo alimenta, está hambriento; pero cuando se lo deja pasar hambre, está satisfecho.”
Algunas personas tienen la idea errónea de que estos comportamientos son saludables o incluso necesarios para el cuerpo. Esto es completamente falso. La comunidad médica está de acuerdo en que el refrenarse o abstenerse durante largos períodos de tiempo no hace que nada evidente suceda. No hay una acumulación de la presión. Nuestros cuerpos están siempre reabsorbiendo y eliminando los materiales extras, incluso el exceso de semen. Es perfectamente natural permanecer “seco” durante largos períodos de tiempo. No existen en absoluto riesgos ni problemas de salud asociados con ello.
Conocemos cientos de jóvenes adictos que se han liberado de esta adicción. Muchos de ellos escribieron sobre su recuperación y pueden encontrar sus historias en nuestro sitio en la web. Puedes ver cómo personas incluso en peores situaciones que la tuya pudieron liberarse y salir adelante.
El tener esta condición no es una excusa. Tenemos una enfermedad, pero somos totalmente responsables de nuestra recuperación. Una vez que sabemos que PODEMOS recuperarnos, nuestros actos para satisfacer nuestros deseos sexuales incontrolables no serán nunca más los mismos.

Principio 4 Tocar fondo mientras aún se está arriba

Muchas veces una persona no está verdaderamente preparada para admitir que tiene un problema y buscar ayuda, no está dispuesta a hacer cambios reales en su vida a menos que haya primero “tocado fondo”. “Tocar fondo” significa que la vida de la persona se ha vuelto realmente incontrolable. Esto puede surgir cuando la persona se da cuenta de que no es capaz de llevar una vida normal, un matrimonio normal, mantener un trabajo, o de que está a punto de perder la autoestima, el honor o el buen nombre.

Sin embargo, uno de los propósitos de la comunidad de Cuida Tus Ojos (G.Y.E) es ayudar a las personas a Tocar fondo mientras todavía se encuentran arriba. Ello significa que a aquellos que todavía se encuentran en las primeras etapas de la adicción, tratamos de hacerles entender la naturaleza de esta enfermedad y de mostrarles hasta dónde esta puede llevarlos finalmente. La adicción es una enfermedad progresiva. Sin tratamiento, las adicciones siempre se empeoran, nunca se mejoran. Una vez que reconoce que tiene esta enfermedad, independientemente del grado que esta haya alcanzado, la persona puede conocer hasta dónde la llevará finalmente dicha adicción a través de la experiencia de aquellos que ya “tocaron fondo”. Al hacerlo, estamos esencialmente “subiendo el fondo” para que estos nuevos miembros puedan tocarlo mientras todavía se encuentran en la cima y sus vidas permanecen intactas. No necesitan llegar a perder su dirección en la vida, ni en el matrimonio, en el trabajo, o llegar a perder la autoestima. Pueden aprender de aquellos que ya han alcanzado ese punto (los que ya han tocado fondo), y entonces reconocer la dirección hacia donde se están encaminando para convertir así su recuperación en la prioridad número uno de sus vidas. Esto es especialmente importante en los jóvenes solteros que, en este punto de sus vidas, pueden llegar a sufrir una pérdida menos significativa y por lo tanto, son menos propensos a tomarse en serio su recuperación que un hombre casado con hijos.
Puedes recurrir a la sección “Tocando fondo mientras aún se está arriba” de nuestro sitio en la web, donde podrás leer historias terribles con respecto hasta dónde puede llevar a la persona esta adicción, como la historia del hombre religioso cuya vida estaba arruinada y fue encarcelado por hablar de cosas inapropiadas con menores, o los asesinos en serie que le echaron la culpa de su perversidad a la influencia de su adicción lasciva, y las historias espantosas de divorcios y de sufrimientos por parte de las esposas de los adictos. Muchos consejeros matrimoniales sostienen que esta adicción es la causa número uno (o número dos) de los problemas de shalom bait (armonía en el hogar) y de divorcios entre las parejas jóvenes dentro de la comunidad religiosa de hoy en día.
Una vez que reconocemos que esta es una enfermedad progresiva que no nos permitirá llevar adelante una vida matrimonial normal, mantener un trabajo estable y progresar en rujaniut (temas de espiritualidad); una vez que reconocemos los peligros con los que esta enfermedad nos puede enfrentar, ya sea la cárcel o la muerte -D’os no lo permita-, entonces habremos “tocado fondo” de la misma manera que las personas que realmente tocaron fondo, y entonces tomaremos nuestro proceso de recuperación de manera muy seria.

Principio 5 Rompiendo el ciclo

Debemos reconocer cuán capciosa es esta adicción, cómo continúa mintiéndonos, haciendo que cometamos, una y otra vez, actos prohibidos para satisfacer nuestro apetito sexual descontrolado. Cada vez que vamos detrás de la lujuria, hacemos que sea cada vez más difícil curarnos de la adicción a largo plazo. Por eso debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para liberarnos de este ciclo vicioso ahora, dando los pasos necesarios para lograr la liberación. Todo el tiempo que nos mantengamos atrapados en el ciclo de la adicción, no podremos comenzar con la curación. Y la naturaleza de la adicción es tal que no podemos pensar en cómo salir de ella, sino que necesitamos actuar para poder descubrir una nueva forma de pensar.
Muchas veces pensamos que si pudiéramos satisfacer nuestro deseo sexual un poco más y darle lo que nos pide, entonces nos dejará en paz. Pero ocurre exactamente lo contrario. Jazal comprendieron la esencia de esta adicción y emitieron un enunciado respecto de este tema que realmente lo resume muy bien: “El hombre posee un pequeño órgano que si lo alimenta, está hambriento; y si lo hace pasar hambre, entonces está satisfecho”. El enunciado continúa diciendo: “Cuanto menos lo alimentes, menos lo necesitarás”. A pesar de que muchas veces resulta muy difícil al principio disminuir nuestro comportamiento lascivo y es probable que experimentemos síntomas de abstinencia, cuánto más logremos abstenernos del deseo sexual a corto plazo, más fácil resultará a largo plazo. Conociendo este Yesod (fundamento), podemos marcar una enorme diferencia.
Debemos reconocer que la adicción/el Yetzer Hará (la Inclinación Maligna) quiere nuestra alma y no nuestro placer. De lo contrario, ¿por qué mil veces nunca resulta suficiente? Mantén este dicho en tu mente: “Sólo una vez es demasiado; miles de veces nunca es suficiente”. No podemos negociar con la adicción. Tomar medidas a medias finalmente viene a ser lo mismo que nada. Los incidentes de control aislados no tienen significancia cuando se trata de una adicción; lo que cuenta es el patrón generalizado. Detenernos es el tema. Debemos tomar conciencia que estuvimos actuando de manera insana. No es sano repetir conductas auto destructivas. Esta adicción es, en el sentido más literal, una lucha entre la vida y la muerte por nuestras almas.

Principio 6 Sólo por hoy

Enfrenta la lucha “un día por vez”. Trata de nunca enfocarte en el futuro o pensar cómo lo haremos. Debemos aprender a vivir solamente en el presente, concentrándonos en mantenernos “limpios” y “sobrios” AHORA. Cuando nos enfocamos en el futuro, podemos caer con mucha facilidad. Por lo tanto, cuando nos sentimos débiles, podemos decirnos a nosotros mismos: “Sólo por hoy, me mantendré limpio”. “Sólo por este momento, me mantendré limpio”. El pasado y el futuro no están en nuestras manos y pertenecen sólo a Hashem. Cuando sentimos que estamos a punto de caer, podemos incluso decirnos a nosotros mismos que nos reservamos el derecho a ir detrás de la lujuria mañana. No estamos haciendo una decisión para toda la vida. Sin embargo, sólo por hoy haremos todo lo posible para mantenernos limpios.
Un joven escribe: Cuando me levanto por la mañana y después de decir modé aní, siempre Le rezo a Hashem en mis propias palabras y digo algo como esto: “Hashem, no puedo controlar esto sin Tu ayuda. Hoy no quiero cometer actos de lujuria, pero no puedo prometer nada de lo que pasará mañana. Sólo por hoy, Hashem ayúdame a controlarme”.
Esta es una de las principales yesodot (bases, fundamentos) del programa que incluye 12 pasos. En un determinado día, hacemos lo que se supone debemos hacer de nuestra parte para

intentar permanecer “sobrios” y sanos, confiamos completamente en Hashem de que nos ayudará las 24 horas: sólo por ese día.
Vemos esta misma idea respecto de las provisiones que recibió el Pueblo de Israel en el desierto. Hashem les brindaba ayuda un día por vez. Ya sea que juntaran poco o mucho, sólo tenían 24 horas de sustento y tranquilidad.
Los Sabios explican que las frases: “…hayom al levaveja – …hoy en tu corazón” y “asher anojí metzavé etjem hayom – que te ordeno en este día” en el Keriat Shemá implican que la proclamación de Hashem aquí es nueva, ¡hoy es el primer día que la escuchamos! Hashem nos dice que vivamos un día por vez. Esto es un enfoque de cómo vivir la vida, que se encuentra contenido en el Keriat Shemá mismo. Cada vez que lo recitamos nos recuerda que para Hashem lo importante es lo que hicimos hoy. No lo que hicimos ayer ni haremos mañana. Por eso, si incluso Hashem nos pide que vayamos día por día, ¿nosotros tenemos derecho de pedir más?
La teshuvá es importante siempre y cuando influya en nuestro trabajo del día a día. El Jovot HaLevavot dice (justo al principio de Sháar HaTeshuvá –el Portón del Arrepentimiento) que la definición de la teshuvá es tener un comportamiento correcto ahora, aunque nuestra conducta en el pasado haya sido un desastre. No se trata de arreglar nada. (Es la tarea de Hashem arreglarnos, no la nuestra).
Y recuerda: ¡Hoy es el primer día del resto de tu vida! Entonces, hagamos todo el esfuerzo que esté a nuestro alcance para mantenernos limpios aunque sea sólo por hoy.

Principio 7 Entregándole la lucha a Hashem

Finalmente, sólo Hashem es el que puede vencer la adicción por nosotros. Como dicen Jazal: “Si Hashem no lo ayuda, no puede vencerlo (al Yetzer Hará)”. Pero para que Hashem pueda luchar por nosotros, nosotros debemos tomar conciencia de que no podemos hacerlo solos y que debemos reconectarnos con Hashem de una manera fundamental y aprender a tener una total dependencia en Él; así como un bebé depende totalmente de su madre.
A veces el “miedo al fracaso” puede en realidad llevarnos a las caídas. Winston Churchill dijo una vez: “Lo único a lo que debemos tener miedo es al miedo mismo”. Y –leavdil, sin comparación, Rabí Najman dijo: “Lo principal es no tener temor en absoluto”. El tratar de controlar nuestra adicción nos lleva a tener temor, porque comenzamos a preguntarnos: “¿Soy capaz de hacerlo en verdad?” Y cuando nos vemos atacados por el Yetzer Hará, muchas veces caemos porque simplemente le tememos a la adicción y pensamos que es muy fuerte para nosotros el hecho de luchar contra ella.
Por el contrario, el secreto del éxito es dejar que Hashem lo haga por nosotros, como dice el versículo: “Hashem yilajem lajem, veatem tajarishún – Hashem peleará por ustedes y ustedes permanecerán en silencio”. Sin embargo, para lograrlo, debemos aprender a confiar completamente en Hashem. Y aquellos que lo aprenden y que entregan su lucha a Hashem se quedan sorprendidos al darse cuenta de que Hashem eliminó ese deseo sexual incontrolado de ellos y los mantiene “sobrios”. Esta técnica no es nada menos que un milagro, pero ha sido documentada miles de veces por los casos de adicción que casi no tenían salida, en grupos del programa de los 12 pasos, en todo el mundo, desde la década de los 30.
El Or Hajayim también describe este fenómeno milagroso. Él pregunta: “Si alguien ya ha caído en esto y no puede dejar de pensar en esas cosas, ¿cómo puede abstenerse de pecar?” Él cita el versículo de Ajaré Mot: “Habla con los Hijos de Israel y diles: ‘Yo soy Hashem, tu D’os. Como las prácticas de la tierra de Egipto donde ustedes habitaron, no harán.'” Explica el Or Hajayim, la Torá nos da a entender que para alguien que “habitó en la tierra de Egipto” y ya se acostumbró a ver y pensar esas cosas, el versículo comienza con las palabras: “Diles que Yo soy Hashem, tu D’os”. Esto nos quiere enseñar que: “Si es imposible con la fuerza humana… con la fuerza de D’os, podrás tener éxito sobre los instintos físicos naturales”.
Cuando aprendemos a “dejar de controlar y dejar que D’os controle”, Él libra toda la lucha por nosotros y no hay nada que tengamos que “superar” nosotros mismos. Nuestro trabajo es mantener solamente una condición espiritual saludable y aprender a vivir con la ayuda de Hashem. Por supuesto que también tenemos que dar los pasos que podamos para asegurarnos de que no continuamos alimentando nuestra adicción. Cuando dejamos que Hashem lo haga por nosotros, entonces contamos con la fuerza de Hashem y no con la nuestra propia, como dice el versículo: “Kové Hashem yajalifu cóaj – aquellos que depositan su esperanza en Hashem, se les intercambian las fuerzas”. Literalmente, cambiamos nuestra fuerza por la fuerza de Hashem.
El aprender cómo entregarle verdaderamente nuestra batalla a Hashem puede requerir de nuestra participación en un programa de grupo integrado por 12 pasos, ya que muchas veces tenemos que aprenderlo primero por medio de humanos hasta que podamos sentir que es lo suficientemente concreto como para tratarlo con Hashem, Quien es abstracto. Para los principiantes, podemos tratar de aprender ello en nuestras luchas internas diarias, a través de rezos cortos de auxilio (plegarias de “trinchera”) todas las veces que somos puestos a prueba, como: “¡Padre, AYÚDAME!” o “¡Hashem, sólo TÚ puedes hacerlo por mí! ¡Dependo completamente de Ti, Padre!”, etc… El Steipler escribe respecto a estas pruebas que algunas personas necesitan rezar 50 veces por día para recibir protección del Cielo.
La Guemará dice que Javakuk HaNaví resumió toda la Torá en una sola oración: “Tzadik beemunató yijyé – El tzadik vivirá por su fe”. Rashi explica que en las generaciones anteriores, las personas tenían la fuerza de concentrarse en las 613 mitzvot; sin embargo, en las generaciones posteriores ocurre que simplemente no lo logramos. Entonces, Javakuk HaNaví nos dio la clave: “Concéntrate en la emuná (fe) y Hashem se ocupará de todo lo demás”.

Principio 8 Examinando nuestros rasgos de carácter

La adicción es muchas veces un signo de que nos falta uno de los principios básicos más importantes respecto a lo que significa ser un ser humano, creado a la imagen de Hashem. Ni siquiera los animales abusan de sus instintos y caen en adicciones. En este aspecto, hemos caído mucho más bajo que los animales.

Aunque sea duro reconocerlo, la madurez emocional de un adicto muchas veces puede estar al nivel de un niño de dos años. Cuando no obtenemos lo que queremos, sentimos que queremos llorar, patalear y gritar. Nunca hemos aprendido cómo enfrent arnos con el dolor, el resentimiento, la ansiedad, el estrés o el enojo. Siempre hemos utilizado la adicción para escondernos dentro de nosotros mismos, y así evitar la interacción emocional madura con los demás. Mientras nuestros padres crecían y aprendían acerca de la vida del mundo que los rodeaba, nosotros estábamos inmersos en nuestros mundos de fantasía de placer propio y escape. Y por eso muchas veces, muchos de nosotros continuamos siendo tan emocionalmente inmaduros como un niño pequeño.
Para poder realmente tratar el tema de raíz, debemos volver a aprender los principios morales básicos, partiendo de cero. Principios como una rigurosa honestidad en todos nuestros asuntos, un informe personal honesto, una confianza completa en Hashem, una humildad verdadera, y una disposición sincera de reparar el daño que les hemos ocasionado a las personas de nuestro entorno y de entregar nuestra voluntad a Hashem: todo ello son principios básicos, con los que incluso los alcohólicos no-judíos de la Asociación de Alcohólicos Anónimos son capaces de identificarse, y trabajando a través de un programa que incluye estos 12 principios (el programa de 12 pasos), muchas veces logran transformar sus vidas y convertirse en “Hombres de D’os”. Salvo el Paso 1, los 12 Pasos no hacen siquiera mención de la adicción (tomar alcohol, ir detrás de nuestros instintos sexuales o cualquiera que sea la adicción). La finalidad de estos pasos es aprender a pensar correctamente y vivir correctamente.
Una vez, Rabí Twerski escribió sobre alguien que estaba convencido de que jamás iba a poder abandonar estas conductas, como sigue a continuación:
Su seguridad de que no va a poder superar la adicción es en realidad la adicción misma que le habla, diciéndole: “Abandona esta batalla, no vale la pena. Nunca lo lograrás, para qué entonces someterte al sufrimiento.” Además de intentar detener la adicción, ¿qué es lo que hizo este joven para hacer cambios radicales en sus rasgos de carácter? Ahí es por donde uno debe comenzar.
Una vez participé de una reunión de Alcohólicos Anónimos donde el que hablaba estaba festejando sus veinte años de sobriedad. Comenzó diciendo: “El hombre que una vez fui, tomaba. Y el hombre que una vez fui, volverá a tomar. Pero el hombre que soy hoy en día, no”. Los alcohólicos que no han probado un solo trago por muchos años pero no han trabajado sobre sus rasgos de carácter son “borrachos secos” y muchas veces vuelven a tomar. Lo mismo ocurre con esta adicción.
¿Cómo puede alguien convertirse en una persona diferente? Trabajando diligentemente en cómo mejorar sus rasgos de carácter: aprender cómo controlar el enojo, cómo liberarse del resentimiento, cómo vencer el odio, ser humilde, ser considerado con los demás, ser absolutamente honesto en los asuntos de uno, reconocer las equivocaciones, superar la envidia, ser diligente y superar la desidia. En resumen, la persona debe tomar el Orjot Tzadikim (El sendero de los justos) y revisar la lista de rasgos de carácter, fortaleciendo los rasgos de carácter buenos y eliminando los malos. Esto es algo que no ocurre de un día para el otro. Cuando una persona transforma sus rasgos de carácter y se convierte en una persona diferente, entonces encontrará que esta “nueva persona” puede lograr cosas que la “vieja” persona no podía.

Principio 9 Por qué la religión sola no basta

Aunque en la Torá se encuentran todas las verdades, nosotros hemos perdido nuestra visión. Aunque hemos estado aprendiendo Torá y Musar (Ética), nuestros anteojos están “rotos”. Y entonces, antes de poder recurrir una vez más a la Torá en busca de ayuda, necesitamos aprender lo que significa ser un ser humano. ¿Puede alguien estudiar de Libros de Ética antes de saber el abecedario?
El programa de 12 Pasos y 12 Tradiciones (págs. 31 y 32) explica por qué las personas religiosas, que siempre creyeron que tenían fe en D’os y que en el pasado le pidieron ayuda a D’os infinidad de veces, no pudieron liberarse de la garra de la adicción:
La respuesta tiene que ver con la calidad más que con la cantidad de la fe. Este ha sido nuestro punto débil. Pensábamos que éramos humildes cuando en realidad no lo éramos. Pensábamos que éramos responsables en cuanto a nuestra práctica religiosa cuando, en una autoevaluación, nos dimos cuenta de que nuestra práctica era sólo superficial. O, dirigiéndonos al otro extremo, nos sumimos en el sentimentalismo y lo tomamos como si fuera un verdadero sentimiento religioso. En ambos casos, estuvimos pidiendo algo a cambio de nada. El hecho fue que nuestra “casa” no estaba limpia para que la gracia de D’os pudiera entrar en nosotros y eliminar la adicción. Nunca hicimos –en un sentido lógico y profundo— una evaluación de nosotros mismos, nos reconciliamos con aquellos a los que les hicimos daño o dimos a otro ser humano sin pedir nada a cambio. Ni siquiera rezamos como es debido. Siempre dijimos “Cumple mis deseos”, en lugar de decir “Cumpliré Tu voluntad”. En ningún momento preguntamos cuál era la voluntad de D’os para con nosotros; en cambio, nos las pasamos diciéndole lo que debería hacerse. No entendimos para nada lo que significa el amor entre D’os y el hombre. Es así que nos engañamos a nosotros mismos durante todo ese tiempo, y no pudimos recibir suficiente gracia de D’os que nos regresara a la santidad. La creencia (en D’os) significa dependencia, confianza. En Alcohólicos Anónimos, vemos los frutos de esta creencia: hombres y mujeres se vieron librados de la catástrofe final a la que conduce el alcohol. Los vemos enfrentarse y trascender sus otros dolores y situaciones difíciles. Los vimos aceptar calmadamente situaciones imposibles, sin salir corriendo ni hacer recriminaciones. Esto no sólo era fe; sino que era fe que funcionó bajo todas las condiciones.
Un adicto (de nuestro foro) explicó el término de “Casa limpia”, el cual es muy utilizado en Alcohólicos Anónimos:
Es importante reconocer que nuestro verdadero problema es que el dolor que tenemos en nuestra vida nos hace vulnerables a la adicción. La adicción es la automedicación al problema, y no el problema mismo. Este dolor es causado por un “muro” en nuestra


relación con Hashem y en nuestras relaciones con muchas otras personas en nuestras vidas. Para eliminar ese dolor, tenemos que derrumbar los muros. Los muros no son como siempre creímos, es decir, cosas que Hashem nos hizo a nosotros o cosas que otras personas nos hicieron; los muros en realidad están construidos con los defectos de nuestro carácter que hemos inyectado en todas estas relaciones que fuimos entablando. Y la única forma de detener el dolor es hacer un verdadero jeshvón hanéfesh (cuenta personal) de aquellos defectos de carácter, aceptar que necesitamos de Hashem para eliminar nuestros defectos, y pedirle a Él que lo haga. Recién entonces vamos a poder reparar nuestros defectos de carácter con honestidad para que ya no actúen más como un muro en nuestras relaciones, tanto humanas como con Hashem.