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21. Principio Siempre hay esperanza

Rabí Israel Salanter dijo: “Siempre que la vela se mantenga encendida, siempre hay algo que se puede arreglar.” Y Rabí Najmán dijo: “No existe en el mundo el darse por vencido”. Siempre hay esperanza, aun en aquello que parece representar los abismos más profundos del pecado y la desesperanza. Rabí Najmán también dijo: “Si crees que puedes destruir, entonces cree que puedes reparar”. No existe ningún pecado que no se pueda reparar o una situación que no tenga esperanza.
Como dijimos anteriormente, el Zóhar dice que no puede haber luz si no proviene primero de la oscuridad más oscura. Incluso en un estado de profunda oscuridad, debemos reconocer que Hashem está con nosotros, nos ama y Se esconde solamente para que, al fin de cuentas, podamos apreciar Su luz mucho más. Hashem siempre está preparado para ayudarnos, ni bien nosotros estemos preparados para dejar que Él nos ayude.

17. Principio No vivir en el pasado.

A pesar de que el daño espiritual que causamos al cometer actos de lujuria para satisfacer nuestro deseo sexual incontrolable es muy grande, debemos aceptar que Hashem nos puso en esta situación y que la culpa no es toda nuestra. No nos mortifiquemos pensando en cómo sucedió o pensando en las caídas del pasado. Ello hará que nos deprimamos y nos llevará a tener caídas en el futuro. El Jidushé HaRim (en Likuté Yehudá) les dice a sus alumnos que nunca miren para atrás, ya que él sostiene que si miramos para atrás, nos quedamos atascados. Todos tenemos ropas sucias. No tenemos que avergonzarnos de nuestra ropa sucia, a menos que dejemos que se acumule y nunca la lavemos.
También tenemos que saber que en el pasado no siempre tuvimos libre albedrío. Esto lo podemos ver claramente en varios Libros y en varios lugares en Jazal. Vamos a citar a uno de los más destacados baalé musar de nuestra época, el Rav Shelomo Wolbe, z”l: Los más grandes filósofos [judíos] establecieron la bejirá (el libre albedrío) como la base para toda la Torá… Pero de allí surgió una falsa suposición entre las masas: que todas las personas eligen activamente cada uno de sus actos y de sus decisiones. Este es un grave error (Alé Shur, Vol. 1, pág. 156).
¿Entonces qué es la bejirá (el libre albedrío)? Para responder esta pregunta, el Rav Wolbe nos remite al “Ensayo fenomenal sobre bejirá” del Rav Eliyahu Dessler (Mijtav MeEliyahu, Vol. 1, pág. 111-116). En este ensayo, el Rav Dessler describe cómo el “punto de libre elección – nekudat habejirá” difiere según las personas y las situaciones. Él explica que la bejirá no es un concepto teórico que puede aplicarse a cualquier circunstancia en la cual una persona puede elegir hipotéticamente entre dos opciones. Por el contrario, la bejirá sólo se aplica en conflictos morales cuando las dos fuerzas de oposición son de aproximadamente la misma resistencia, la persona es consciente del conflicto interno, y toma una decisión consciente en una sola dirección. Cuando una persona realiza algo sobre lo cual no ha experimentado un conflicto consciente, o si la fuerza dominante de un lado es significativamente más fuerte que la otra, el hecho de que la persona se encuentra teóricamente apta para decidir en las dos direcciones no califica a su acto como una expresión de bejirá.
“En HaKadosh Baruj Hu ba beterunia im haberiot – Hashem no viene con reclamos a Sus creaciones”. Y el versículo dice: “Él creó todos sus corazones y comprende todos sus actos”, y Él sabe que casi todos los hombres caen en este pecado en algún momento de su juventud.
Hay un refrán muy popular que dice que si Hashem nos pone a prueba, es porque nosotros tenemos la capacidad de superarla. Sin embargo, el Rav Tzadok HaKohen (en Tzidkat HaTzadik) escribe que esto no es tan simple como suena. Es verdad que todos tenemos libre albedrío en cuanto a hacer lo que Hashem espera de nosotros en este mundo, a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, en el proceso de nuestro viaje, hay muchas veces en que la persona es considerada un anús (persona que ha sucumbido a una fuerza mayor).
Luego del pecado del Becerro de Oro, el Midrash cuenta que Moshé le dijo a Hashem: “Si un padre le da a su hijo oro y lo sienta en la puerta de un prostíbulo – “Ma yaasé habén velo yejetá? – ¿Qué puede hacer el hijo para no pecar?” En otras palabras, encontramos en Jazal que hay momentos en que el hombre no tiene una posibilidad de bejirá completa.
Ver también el Rambam, Hiljot Isuré Biá 1:8 -“…porque el Yetzer Hará y la naturaleza humana lo forzaron a querer”, y ver Tosafot en Sanhedrín 26b, donde se discute cómo alguien que es sospechoso de relaciones ilícitas puede seguir siendo un testigo kasher (apto), ya que pudo haber sido que simplemente sus deseos se apoderaron de él. Y ver la Guemará en Berajot 31b- 32a: “Asher Hari’otí” donde HaKadosh Baruj Hu le hace saber a Eliyahu HaNaví que Él fue quien apartó el corazón de los judíos de Él.
También el Steipler escribe con respecto a un comportamiento específico que la persona no puede controlar: “No es una persona con libre albedrío para elegir en este sentido, y lo único que puede (y que debe) hacer son tikunim (reparaciones) que lo ayudarán a lo largo del tiempo”.
Una vez que entendemos que no siempre tuvimos libre albedrío en el pasado, entonces evitaremos que la culpa nos arrastre a un círculo vicioso de desesperanza y de continuas

caídas. Y la culpa puede ser aún más peligrosa que las caídas mismas. Como se suele decir: “No es la galleta que te comiste que rompió la dieta. ¡La dieta terminó cuando te sentiste mal por esa galleta que comiste, y luego continuaste hasta terminar la caja!”
Y aunque hayamos tenido libre albedrío en el momento de nuestra caída, es muy probable que haya sido en una cantidad mínima. Los pecados que cometemos son juzgados según las circunstancias y el nivel de libre albedrío que teníamos en ese momento. Sólo Hashem sabe si teníamos la posibilidad de haberlo hecho mejor o no.
Pero cuando hablamos del momento presente, nunca podemos saber cuánto libre albedrío tendremos y siempre tenemos que esforzarnos lo máximo posible.

02. Principio El temor a Hashem no puede siempre detenernos,pero puede ser nuestra MOTIVACIÓN.

Muchas veces somos conscientes de la gravedad de estos pecados, sin embargo, el “Temor de Hashem” no siempre es suficiente para detenernos cuando nos enfrentamos a un ataque de deseo sexual descontrolado. No es que no tenemos temor a Hashem, sino que la voluntad no siempre es suficiente cuando se trata de estas conductas extremadamente adictivas. No sólo eso, sino que la lujuria es tan poderosa que incluso los grandes tzadikim que temían a Hashem con todo su corazón, muchas veces se sintieron incapaces de ganar la batalla cuando se vieron enfrentados cara a cara con el deseo sexual. Vean lo que ocurrió con Matyá ben Jarash y Rav Amram el Jasid. En ambos casos, estos dos grandes tzadikim tuvieron que recurrir a medidas extremas para asegurarse de no caer en la tentación.
El Midrash Yalkut Shimoní (Vayejí) cuenta la siguiente historia:
Una vez, el Satán puso su ojo sobre Matyá ben Jarash, quien era un gran tzadik, y se dijo a sí mismo: “¿Es posible que este hombre no peque?” Entonces, el Satán fue y le preguntó a D’s: “¿Cómo consideras a Matyá ben Jarash?” Y D’s le respondió: “Es un verdadero tzadik.” El Satán le dijo a D’s: “Permíteme ponerlo a prueba.” D’s le respondió: “Ve y ponlo a prueba.” El Satán se apareció frente al tzadik bajo la apariencia de una hermosa mujer, de una belleza sin igual. Cuando el tzadik la vio, enseguida se dio vuelta. La mujer de inmediato se dirigió hacia el lado en que el tzadik había volteado su rostro, y este volvió a darse vuelta. Entonces, el tzadik dijo: “Temo que el Yetzer Hará (la Inclinación del Mal) se apodere de mí y me haga caer en el pecado”. ¿Qué hizo el tzadik? Llamó a un alumno que estaba con él y le ordenó que trajera fuego y clavos. El alumno le trajo los clavos y el tzadik los arrojó al fuego, y luego los incrustó en sus ojos, y se quedó ciego. Cuando el Satán vio esto, tembló y se retiró.
En ese momento, el Santo Bendito sea llamó al ángel Rafael, cuya misión es curar, y le dijo: “Ve y cura a Rabí Matyá ben Jarash”. Entonces, el ángel Rafael se apareció frente a Rabí Matyá ben Jarash, quien le preguntó: “¿Quién eres?”, y el ángel respondió: “Soy el ángel Rafael. Vine porque D’s me mandó para curarte los ojos”. Rabí Matyá ben Jarash le respondió: “Déjame solo. Lo hecho, hecho está”. Rafael se dirigió ante el Santo Bendito sea y le dijo: “Amo del Universo, así habló Matyá”. D’s le dijo a Rafael: “Vuelve a él y dile que Yo personalmente le garantizo que el Yetzer Hará no tendrá poder sobre él”. Entonces, Rafael fue de inmediato y curó a Rabí Matyá ben Jarash. De aquí, nuestros Sabios enseñan: “Todos los hombres que se cuidan de no mirar mujeres, el Yetzer Hará no tiene poder sobre ellos.”
La Guemará en Kidushín 81a cuenta la siguiente historia:
Algunas mujeres que habían sido tomadas prisioneras fueron liberadas y llevadas a Nehardea. Las encerraron en el ático de Rabí Amram el Jasid, y quitaron la escalera. En la noche, un rayo de luz se reflejó en una de las mujeres, dejando ver su belleza. Rabí Amram cayó prisionero de la lujuria y movió la escalera (que generalmente necesita 10 hombres para ser movida) para subir al ático. Mientras subía, gritó: “¡Hay fuego en la casa de Rabí Amram!”, y los rabinos y los alumnos fueron corriendo todos juntos a su casa. Cuando vieron que no había ningún fuego, le preguntaron: “Nos avergüenzas (con tu comportamiento)”. Y Rabí Amram les respondió: “Es mejor pasar vergüenza en este mundo y no en el Mundo Venidero”.
Lo que aprendemos de las dos historias anteriores es que, aunque el Yirat Shamáyim (temor al Cielo) no es siempre suficiente por sí mismo, este nos impulsa a seguir TODOS los pasos necesarios para liberarnos de cualquier caída. (Ver la Primera Parte de este Manual para aprender los pasos que se deben seguir).
Con esto en mente, analicemos algunos de los aspectos de estos pecados que nos ayudarán a reforzar nuestro temor al Cielo y así poder estar seguros de que estamos siguiendo todos los pasos para quedar libres de este pecado:
Jazal (Nidá 13a) escriben que hz”l (Hotzaát zera levatalá – masturbación) es como si una persona escupiera sangre o practicara la idolatría (Avodá Zará), y todos los que lo hacen son merecedores de la pena de muerte capital a través de la Corte Celestial (jayav mitá bidé Shamáyim). El Zóhar va mucho más lejos y dice que es el peor pecado de la Torá. Otra de las terribles consecuencias de estos pecados, mencionados en los Libros Sagrados, es que este

deseo sexual incontrolable nos hace insensibles a la espiritualidad. Cuanto más se peca en este aspecto, más insensibles nos volvemos. Este es un fenómeno muy común, en que las personas poco a poco van perdiendo sus ansias por lo espiritual y comienzan a sentirse cada vez más desconectadas de la Torá, del Shabat y del cumplimiento de las mitzvot. Desgraciadamente, esto hace que la posibilidad de la teshuvá esté cada vez más alejada, ya que la persona se desconecta de la Torá más y más.
También, estas conductas exigen que el hombre se esconda, mienta y lleve una doble vida, lo cual lo lleva a aislarse de su entorno y no le permite experimentar la enorme bondad que Hashem nos dispensa día a día. El hombre no puede apreciar la bondad del mundo que lo rodea, no puede apreciar el tesoro de su alma y no puede apreciar a Hashem. Comienza a perder el aprecio por su esposa, por sus hijos, y no puede tener paz interna. No puede controlar su conducta sexual y permanece encerrado en una cáscara a la que nadie tiene acceso.
También se encuentra escrito en los textos de Kabalá que toda gota de semen emitida en vano crea almas, las cuales son capturadas por las fuerzas del mal, y se convierten en fuerzas demoníacas que causan mucho sufrimiento en la vida del hombre. Estas mismas almas también sufren en la desventura sin esperanzas (a menos que el hombre vuelva en teshuvá – se arrepienta), y luego que el hombre muere, estas almas se convierten en terribles acusadores de la persona.
Pero no hagamos que todos estos relatos dramáticos nos lleven a la desesperanza. La teshuvá (el arrepentimiento) fue creada incluso antes de la creación del mundo, y Hashem sabía que caeríamos en estas áreas. Hashem tiene una paciencia infinita y Él nos entiende mucho más de lo que nosotros nos entendemos a nosotros mismos. Jazal dicen que Hashem llevó incluso a David HaMélej a que tuviera un desliz con Batsheva por el solo hecho de demostrarnos el increíble poder de la teshuvá.
Y también se encuentra escrito en los Libros Sagrados que, a través de un deseo sincero de teshuvá, todas las almas que se crean por nuestros pecados se elevan, y pasan de ser “ángeles acusadores” a ser “ángeles defensores”.
¡Por eso nunca hay que perder las esperanzas! Aunque el modelo de teshuvá estándar no siempre funciona bien en el tratamiento de estas conductas adictivas (ver Parte B, donde este tema es tratado con mayor profundidad), si aprendemos a tomar la perspectiva adecuada en esta batalla y seguimos los pasos que nos llevan a liberarnos de dichas conductas adictivas, estaremos haciendo exactamente lo que Hashem quiso que hiciéramos siempre. Esa es nuestra teshuvá.

18. Principio Culpa vs. Vergüenza

Es importante entender la diferencia entre jaratá (culpa sana y arrepentimiento) en oposición a yeush (vergüenza y desesperanza).
Rabí Abraham J. Twersky escribe:
Generalmente utilizamos las palabras “vergüenza” y “culpa” indistintamente. Uno puede decir: “Estoy avergonzado de lo que hice”, queriendo decir “Me siento culpable de lo que hice”. Sin embargo, técnicamente hablando, estos términos son diferentes. La culpa es respecto a algo que la persona hizo, y puede llegar a ser un sentimiento constructivo en cuanto a que puede llevar a la persona a hacer teshuvá, a tomar medidas correctivas. Sin embargo, la vergüenza es lo que uno siente que es. En otras palabras, la culpa es “Cometí un error”, mientras que la vergüenza es “Yo soy un error”. Si una persona siente que tiene un defecto propio, que su esencia no es buena, no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Con la culpa, hay esperanza de mejora, pero no ocurre lo mismo con la vergüenza.
Todos debemos sentir que somos hijos de Hashem con un alma sagrada. Las creaciones de Hashem no son defectuosas. Nunca hay lugar para la desesperanza o la vergüenza. Sin embargo, una culpa “saludable” es importante. Como escribe Netivot Shalom en parashat Nóaj: los sentimientos de culpa que tenemos son un regalo de Hashem que provienen del bien innato que se encuentra dentro de cada judío. De hecho, escribe, el judío que ya no tiene estos sentimientos, ya no tiene más esperanza.
La persona que se rinde al Yetzer Hará sólo porque el Yetzer Hará lo enfrentó a una tentación muy fuerte y la persona no tiene fuerzas para refrenarse, esta persona no es “mala” en su esencia. Con un proceso de teshuvá (arrepentimiento) sincero, Hashem lo perdonará. Pero si la persona ya no se siente culpable, eso quiere decir que el mal ya se apoderó de ella, y entonces hay muy poca esperanza de cambio.
Netivot Shalom termina diciendo que la “culpa” es en realidad un tikún (reparación) para que todo judío pueda liberarse del mal. Aun cuando la persona caiga, debe asegurarse de que la caída no se convierta en parte de su esencia. Si continuamos aferrándonos a Hashem y nos sentimos culpables cuando nos encontramos alejados de Él, entonces, incluso en el caso de los pecados más graves, D’os no lo permita, todavía tenemos esperanza y seremos perdonados.
Hay una pequeña prueba que podemos hacer para reconocer si estamos siendo motivados por una culpa/arrepentimiento saludable o por la vergüenza/desesperanza. Si vemos que queremos buscar apoyo y encontrar formas de volver a fortalecernos, entonces ello es una señal de que nuestros sentimientos “malos” son sentimientos provenientes de una culpa sana y de un arrepentimiento positivo. Sin embargo, si sentimos que sólo queremos darnos por vencidos, entonces, sin lugar a dudas, ello es una señal de que estamos experimentando sentimientos de desesperanza y de vergüenza, y debemos, por lo tanto, encontrar rápidamente la forma de eliminar estos sentimientos dañinos antes de que nos lleven a un ciclo vicioso de continuas caídas.
¿Cómo es que podemos en efecto seguir felices luego de sufrir una caída? Leamos a continuación…

03. Principio No estás solo

Casi todos luchamos contra la lujuria en cierto nivel, y un gran porcentaje ha caído también en este tipo de conductas. Rabí Wolbe, z”l, en su Libro “Psiquiatría y Religión” (pág. 82) escribe: “La etapa difícil de la adolescencia es el terreno fértil para los sentimientos de culpa, especialmente para los adolescentes religiosos. La masturbación es una prohibición muy seria. Sin embargo, casi todos los adolescentes caen en esto y encuentran de todos modos la fuerza para superarse”. (Para más información, ver herramienta 5 en la Primera Parte de este Manual). Incluso los tzadikim (los justos) de generaciones anteriores lucharon en este aspecto (como mencionan: “los pecados de su adolescencia”); entonces nos podemos imaginar que aquellos que buscan la pureza en una generación como la nuestra, ¡se encuentran verdaderamente entre los grandes guerreros de Hashem! En la comunidad de Cuida Tus Ojos (G.Y.E.), uno puede encontrar miles de judíos religiosos como uno mismo, tratando de luchar en este aspecto. En nuestro foro vivo y dinámico en www.cuidatusojos.org/foro, personas como tú intercambian preguntas y un montón de jizuk (apoyo y refuerzo), envían registros de sus progresos, y comparten experiencias y esperanzas. También se pueden leer en nuestro sitio en la web las muchas historias que revelan todo lo que tuvieron que pasar otras personas y cómo lograron superarse.

19. Principio Por una caída no perdemos lo que ganamos en el pasado.

Si intentábamos mantenernos limpios y de pronto tenemos una caída, hay que saber que no perdimos nada de lo que ganamos hasta el momento de la caída. Simplemente, debemos levantarnos y continuar desde donde dejamos. El Steipler le dijo una vez a una persona que se quejó acerca de lo difícil que es esta batalla: las veces que fracasamos se borran, pero cada vez que pasamos una prueba, ello representa un kinyán (adquisición) que es nuestro para siempre. Incluso si logramos sobreponernos una sola vez al principio, ese triunfo inicial nos permitirá liberarnos por completo.
El Báal HaSulam cuenta esta hermosa parábola:
Una vez, un rey tenía un buen amigo a quien no veía desde hace mucho tiempo. Cuando este amigo, que resultó ser una persona pobre, finalmente regresó, el rey estaba tan feliz de verlo que le pidió a su tesorero que lo llevara al tesoro real y ¡que le diera una hora en la que pudiera tomar todo el dinero que quisiera! Entonces, lo llevaron al tesoro y le dieron una bolsa que el hombre pobre comenzó a llenar con monedas de oro hasta que no pudo meter más. Lleno de gratitud y felicidad, el hombre pobre ya emprendió su marcha, pero cuando ya estaba en la puerta, los guardias le dieron una patada a la bolsa y las monedas se desparramaron por el piso. El hombre, confundido, miró su reloj y vio que todavía le quedaba mucho tiempo hasta que terminara su hora. Entonces, rápidamente regresó al tesoro y comenzó a llenar otra vez la bolsa con monedas. Pero cuando ya la bolsa estaba llena y él estaba a punto de irse, los guardias volvieron a darle una fuerte patada a la bolsa y todo salió volando. El hombre sin saber qué hacer y viendo que todavía le quedaba tiempo, se rehusó a darse por vencido y regresó al lugar para volver a llenar la bolsa.

El mismo escenario se repitió una y otra vez: los guardias seguían dándole una patada a la bolsa y todo se desparramaba por el piso, hasta que el hombre se dio cuenta de que simplemente estaba desperdiciando su tiempo.
Finalmente, se le acabó el tiempo y los guardias arrastraron al pobre hombre fuera de la habitación con su bolsa apenas un poco llena.
Pero de pronto, el hombre pobre miró hacia arriba y vio un vagón cargado de monedas de oro que estaba frente a él. Y mientras estaba parado allí, pensando para quién sería todo ese dinero, vio al rey que venía a saludarlo con una gran sonrisa. El rey le dijo que todo el vagón cargado de monedas de oro era para él, y le explicó que todas las monedas que había juntado y que pensaba que había perdido fueron guardadas para él. ¡El rey había ordenado a los guardias que le vaciaran la bolsa una y otra vez para que él pudiera llegar a juntar muchas más monedas en la hora que se le había asignado!
La enseñanza es clara. Incluso si caemos y sentimos que hemos perdido todo y volvemos a comenzar de cero, debemos saber que Hashem lo hace para que nuestros “recipientes” vuelvan a vaciarse y podamos volver a llenarlos otra vez más con muchos más logros. Pero los logros de los primeros recipientes que llenamos nunca se pierden: son depositados en nuestra “cuenta de banco espiritual”.
Entonces, si te estaba yendo bien y de pronto, tienes una caída, ¡no te desesperes! Confía en que Hashem tenía mucho nájat rúaj de tus logros espirituales, pero quería que pasaras al próximo nivel, y entonces te presentó estas trampas, aun sabiendo que ibas a caer. Lo que hace que la persona sea grande es su capacidad para levantarse de sus caídas. ¡Y precisamente al tener que renovar nuestra determinación desde bien abajo, somos lanzados a tener una relación mucho más cercana con Hashem como nunca antes la habíamos tenido!
En lugar de deprimirnos tras tener una caída, reflexionemos cuántas veces pudimos decirle “No” al Yetzer Hará antes de que él nos gane. Contemos las diez, si no las cien veces de nuestra racha “limpia” en el pasado en la que no nos entregamos al Yetzer Hará. ¡Definitivamente, en esta batalla tenemos las de ganar! El Yetzer Hará está decidido a hacernos sentir mal para que continuemos cayendo. Pero concentrémonos en toda la escena. Aunque hayamos perdido ahora una batalla, todavía seguimos ganando la guerra. ¡Regocijémonos en nuestros éxitos y preparémonos para el próximo “round”, en que si D’os quiere, lo haremos mucho mejor!

04. Principio La decisión depende totalmente de nosotros

El Gaón de Vilna dice que lo que una persona dice que quiere, o incluso, lo que siente que quiere, no tiene ninguna relación con lo que realmente quiere. Al Yetzer Hará se le dio permiso para hacer que una persona sienta que quiere algo que realmente no quiere. Y lo mismo se cumple con lo que una persona siente que puede o no puede hacer. Esto no tiene ninguna relación con lo que en realidad puede o no puede hacer. Entonces, ¡siempre cree que vas a tener éxito aunque sientas que no vas a poder lograrlo!
El obstáculo más grande en el éxito es no creer que uno puede llegar a triunfar. El primer obstáculo para poder ganar esta batalla no se encuentra en nuestros genes, nuestra niñez o nuestro entorno. Si tú crees que puedes tener éxito y quieres hacer el esfuerzo, entonces encontrarás la manera de hacerlo. Absolutamente nada se interpone en el camino de una RATZÓN (voluntad) verdadera. En nuestro sitio en la web, se encuentran publicadas historias de recuperación, que nos muestran que aun personas en condiciones peores que la tuya han logrado liberarse de estas conductas adictivas.
Debemos verdaderamente querer salir de este Mitzráyim. Jazal dicen que aquellos que no quisieron salir de Mitzráyim murieron en la plaga de la oscuridad. Desde el comienzo de nuestro viaje, debemos estar decididos a que nunca nos daremos por vencidos y que siempre seguiremos intentándolo, sin importar nada.
Rabí Tzadok HaKohén de Lublin escribe (Tzidkat HaTzadik 154): “¡Así como uno debe creer en Hashem, así también debe creer en sí mismo!” Hashem quiere que CREAMOS en nuestras fuerzas, nuestras capacidades y en nuestra habilidad para poder superar lo malo y alcanzar la grandeza.
Aunque sintamos que estamos trabados, la decisión está completamente en nosotros. El truco para el éxito verdadero es querer lo suficiente. Entonces, seamos sinceros con nosotros mismos. Si descubrimos que no queremos deshacernos de la lujuria por completo, entonces, debemos preguntarnos: “¿Por qué no? ¿Necesitamos realmente ir detrás de ese apetito sexual descontrolado? ¿Qué beneficio nos da?” ¡Hay tantas cosas mucho más importantes en la vida! Cuando tratamos de aferrarnos al veneno de deseo sexual, estamos actuando como pequeños bebés que patalean y gritan cuando el padre les quiere quitar las pastillas de colores que son

medicamentos y que ellos pensaron que eran caramelos. ¡La lujuria es un veneno! Si continuamos alimentándola, terminará por acabar con nuestras vidas. Dejemos que nuestro Padre nos la quite de nuestro medio.

20. Principio La experiencia se construye sobre nuestras equivocaciones

“La persona que nunca hizo nada mal, nunca hizo nada”. La experiencia que hace que el hombre a la larga sea un hombre de éxito se adquiere siempre a través de sus fracasos iniciales. La diferencia entre una persona exitosa y una persona fracasada no radica en el número de veces que la persona cayó, sino en el número de veces que se volvió a levantar. La persona exitosa siempre se levanta una vez más, mientras que no sucede lo mismo con la persona fracasada. Nuestros Sabios dicen: “La Torá no puede ser cumplida sino por aquel que haya caído en ella primero”. Las caídas son parte de la batalla, y a través de ellas aprendemos a construir vallas, a aprender mejores estrategias y convertirnos, por último, en mejores seres humanos.

05. Principio Sin dolor, no hay beneficio.

Por naturaleza, nos sentimos atraídos hacia aquello que nos hace sentir bien y que no produce dolor. En ese sentido, no somos diferentes de las vacas. Los animales no entienden que una experiencia dolorosa puede ser beneficiosa. ¡Trata de explicarle una cirugía a una vaca! El placer y el sufrimiento son partes de la vida. Pero debemos elegir qué placeres queremos y qué sufrimientos queremos. Y la elección es entre el placer falso que nos ofrece el deseo sexual o los placeres que Hashem quiere que tengamos, que son infinitamente mucho más grandes. ¿Nosotros elegimos el dolor del “ejercicio” espiritual o el dolor del Yetzer Hará haciéndose más fuerte?
Como señalamos en la herramienta 1 del manual, el Steipler señala que todo aquel que se mantiene alejado de todos estos placeres prohibidos, se le promete que va a recibir los placeres de la vida por otros medios, en otras áreas. Y continúa diciendo que todo aquel que acepta el sufrimiento que implica la liberación de esta conducta adictiva, se salvará de otros sufrimientos en otros aspectos de la vida.
Si decidimos que no importa cuán doloroso sea y que nosotros no vamos a darnos por vencidos -incluso aunque sintamos que nos estamos muriendo- Hashem nos quita el dolor y todo se nos vuelve más fácil.

06. Principio Convirtiendo la liberación en nuestra prioridad máxima

No se logra algo que valga la pena sin invertir en trabajo arduo. Uno de los más grandes obstáculos que le impiden a la persona cambiar es la idea que puede hacerlo sin la necesidad de invertir tanto. Vivimos en una generación donde los resultados son instantáneos, y esperamos que todo lo que tenga que suceder, suceda rápido. Muchas veces nos olvidamos que todo nuestro propósito en este mundo es crecer y mejorarnos. Tendemos a considerar cualquier debilidad que tengamos como un “inconveniente” que debe ser sacado del camino (o ignorado), cuando en realidad es el mensaje personal de Hashem que nos está diciendo exactamente el motivo por el cual Hashem nos mandó a este mundo. Y se encuentra escrito en los Libros (como en Tzidkat HaTzadik #49 y #181) que las cosas con las que más luchamos en la vida son las mismas cosas por las que vinimos a este mundo a reparar.
El Gaón de Vilna (Séfer Yoná 4:3) habla sobre los Guilgulim – reencarnaciones (un guilgul significa que el alma vuelve a este mundo después de una vida previa), y explica que toda alma posee algo importante que debe reparar -en el mismo aspecto que echó a perder en su vida anterior- por cuya razón volvió a este mundo. El Gaón de Vilna se pregunta: ¿Cómo podemos saber cuál es el propósito del Guilgul de nuestra alma? Él contesta que lo podemos saber alobservar qué pecados cometemos con más frecuencia y cuáles son las tentaciones tras las cuales nos dejamos llevar.
Entonces, si por ello bajamos a este mundo, hagamos que el crecimiento en este aspecto sea lo más importante de nuestra vida.